Cabogana: Racar

Múltiples tópicos del suelo, la historia y la memoria

Educadora: Andrea Pinos
Niñxs: Jonael, Joaquín, Alejandro, Olivia, Samara y Sander

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La montaña del Cabogana hace parte de la cordillera Andina que abraza la ciudad de Cuenca. Para llegar al Cabogana se recorren caminos que poco a poco suben revelando complejos paisajes llenos de contraste que forman el valle de la ciudad. La Escuela Itinerante trabaja en dos jardines del Cabogana: Racar y el Tejar.

Antiguos poblados cargados de tradición y memorias (natural-cultural) se asientan en las faldas del Cabogana al mismo tiempo que el desarrollo urbano crece y ahoga su ruralidad tradicional. Los hornos tradicionales de ladrillos y tejas están entrelazados con tiendas de abarrotes, sitios de comida tradicional mezclados con fast-food, café-net y un enorme almacenamiento para uno de los principales centros comerciales de la ciudad.

La arcilla – con sus historias memorias, y diversos colores y texturas – es el material con el cuál nos encontramos día a día en el Jardín Cabogana. 
El suelo del Cabogana es un suelo arcilloso, lleno de diversos colores de arcilla.
Arcilla, como protagonista, nos invita a pensar con temporalidades distintas.

A través de una multiplicidad de encuentros, aprendizajes, indagaciones y  cuestionamientos, creamos historias colectivas que nos aproximan al lugar y a la arcilla.

Al acercarnos, establecemos proximidad y relaciones con la arcilla, nos desaceleramos, notando detalles que antes (por ir tan de prisa) no veíamos. 

Este encuentro con la tierra crea indagaciones íntimas y colectivas; donde nuestras manos son las principales protagonistas.

La arcilla está muy suave, mis manos lo pueden sentir –Joaquín

Está tan suave que puedo hacer todas las huellas que quiera –Nicolás

La arcilla forma huecos cuando lxs niñxs usan sus puños sobre ella. Sus diversas formas y texturas nos ayudan a pensar en la complejidad de este material.
La arcilla cambia al ponerse en contacto con la corporalidad humana.
La arcilla me deja poner toda mi mano y dejar mis huellas en ella – Samara

Con estos encuentros entre corporalidades, nos preguntarnos:

¿De dónde viene esta arcilla? –Sander

¿Tendrá alguna historia? -Olivia

¿Alguien más habrá trabajado con ella? –Samara

Creamos historias con la arcilla y notamos como las relaciones quieren ser relatadas
Nuestras manos sienten las diversas texturas y formas que la arcilla obtiene cuando se relaciona con el agua. Alejandro nota que la lluvia crea varios colores en la arcilla.
Creamos un diálogo colectivo donde todos notamos que la arcilla vive en una constante transformación. De un día al otro cambia de textura.  Nos llama mucho la atención que el agua transforma los colores del suelo.  Lxs niñxs se vuelven profundamente curiosos y atentos a la fuerza transformadora de la arcilla.
Los colores de arcilla son
como algo mágico – Olivia.
Este cuerpo húmedo, pegajoso y blando se encuentra con la sequedad de las manos, se moldea y obtiene una nueva forma.

ARCILLA, AGUA Y TRANSFORMACIÓN

Vamos al bosque para observar qué sucede con la arcilla en estos días de lluvia en Cuenca. 
Nos preguntamos:
¿Cómo estará la arcilla?

Está más suave que nunca, eso es porque ha llovido todos los días – Samara
Está derretida por la lluvia – Alejandro

Olivia sumerge sus manos en el agua y pinta sus brazos con arcilla.  Inmediatamente, nota las reacciones transformadoras mutuas.

Mirame, me estoy transformando en arcilla, ahora estoy pejagosa como ella – Olivia

Notamos el proceso de transformación que surge con esta conexión.

Así como la arcilla se transforma, nosotros también nos transformamos. Hay una reciprocidad transformadora que este encuentro posibilita. La arcilla y su terrenalidad parecen abrir la posibilidad de formas novedosas de pensar nuestras relaciones con la tierra. 

Notamos detenidamente que la arcilla y nosotrxs cambiamos juntxs.

Nuestras manos se vuelven más húmedas, cambian de color. 

Todxs nos pintamos con la arcilla para notar sus diferentes colores y cómo nos transforma. 

Me estoy transformando en arcilla de colores – Samara

Por un lado, la arcilla se ablanda; y por otro lado, el agua permanece con el color de la arcilla con la que entra en contacto.
También notamos que sin agua la arcilla se endurece. Si queremos cambiar su estado necesitamos agua. 

Las piedras se impregnan de color ceniza. Cuando ponemos nuestras manos sobre ellas dejamos nuestro rastro. Podemos ver el contraste del color ceniza y el color café de la piedra. Marcas de arcilla sobre piedras han sido practicada por los humanos durante milenios. 

La arcilla está tan mojada, que me deja pintar las piedras de color ceniza – Olivia

Se siente pegajosa – Samara

La arcilla nos invita a crear procesos pedagógicos que trabajan con una temporalidad diferente: a pausar, a prestar atención, a esperar.  Estos procesos nos enseñan a convivir con las dificultades que emergen en medio de dinámicas transformadoras. 

Alfabeto de la arcilla

Mientras más prestamos atención a las transformaciones de la arcilla, más detalles logramos notar.

Historias
del Horno

En el jardín hay un horno para hacer ladrillos y tejas de arcilla. 

Estos hornos son parte de la historia del Cabogana. Una historia de creación y belleza como también de extracción y uso. 

Algunos hornos tienen más de 80 años y son heredados de generación a generación. Este horno está fuera de uso, pero su presencia aún nos llama la atención.  Su desuso no le quita las posibilidades de historia.

Si pudiéramos contar la historia del horno con los colores de arcilla ¿Cuáles usaríamos?

El color miguita rojiza y cocoa cuenta la historia del fuego, ese fuego que quema los ladrillos dentro del horno
— Alejandro

El color ceniza cuenta la historia de cuando el horno dejó de funcionar, luego de haber quemado tantos ladrillos
– Jonael

Los colores rosadito, cocoa, ceniza, miguita y blanquita cuentan la historia de cuando el horno estaba quemando a los ladrillos. Mira aquí puedes ver el humo que sale porque se están quemando. Poner los ladrillos en el horno es una obra de arte – Olivia

El color piña, anillito arándano y cocoa cuentan la historia de las ladrilleras y la montaña de arcilla que está cerca para que puedan coger de ahí la arcilla para transformarla en ladrillos en el horno
– Samara

El color ceniza y el cocoa cuentan la historia del fuego que sale del horno cuando ya los ladrillos están listos para sacarlos y venderlos
– Sander

¿Qué memorias guarda el horno?

“Recordar el horno es recordar mi juventud, mi esposo y mi familia”
– Wilma

Creamos correspondencia

La visita de Wilma nos dejó aprendizajes y cuestionamientos a la vez. Por lo que decidimos invitarla nuevamente. Pero esta vez creamos una carta para que pueda leerla.

Los colores de arcilla nos acerca a las historias del horno de leña, y a su vez, a nuestra cultura. 

Wilma, abuelita de Olivia, vive cerca del jardín. Pensamos que si nos acercamos a ella, podríamos acercarnos a muchas historias acerca del horno.

Wilma nos ayuda a viajar a través del tiempo, escuchando todos sus recuerdos e historias de su infancia y de su vida con el horno de leña.

Wilma nos cuenta que el horno de leña tiene aproximadamente 33 años y está hecho de barro y adobe. Fue construído por personas muy conocedoras que sabían que crear un horno y colocar ladrillos o tejas en su interior es una verdadera obra de arte. Este horno solía hacer 3000 ladrillos y 2000 tejas.

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Como ella nos compartió tantas historia y memorias, nosotros también le compartimos nuestra historia sobre la arcilla, sus colores y más.

Un momento de reciprocidad, donde Wilma se llevó algo de nosotros y nosotros nos quedamos con sus memorias.

Creando historias junto al horno

¿Cómo podemos
construir un horno?

Juntxs pensamos cómo podríamos construir un horno de leña.

Si hacemos unos ladrillos grandes podríamos construirlo – Joaquín

Podríamos hacer unos ladrillos largos de arcilla – Alejandro y Olivia

Yo creo que sería mejor hacer con ladrillos de barro – Samara

No será fácil construir un horno, nos tomará mucho tiempo – Sander

Yo pienso que si construimos un horno, debe haber mucha madera cerca – Olivia

Visitamos el horno con el objetivo de crear uno: observando sus detalles con mucho detenimiento; detalles externos como su techo y lo que había cerca de él.

Nuestras visitas al horno se hacen más constantes, y nuestra atención a todo aquello que estaba cerca del horno aumenta.

¿Dé donde salieron esos adobes? Podrían servirnos para constuir nuestro horno – Sander

¿Cómo podemos dejarle historias al horno?

Como ocurre con la arcilla y los colores, el horno es un depósito de memoria. Los niños se acercan al horno de formas profundamente dialógicas creando un ir y venir histórico. El horno es compañero y protagonista de las historias que se van creando.

El horno puede escuchar, el horno guarda memorias de quienes lo visitan – Olivia

El horno tiene historias dentro de él — Sander

El horno, dentro de él, tiene historias de abuelitas, porque ellas son parte del pasado del horno – Sander

El horno está absorbiendo historias de nosotros, así como una aspiradora – Sander

Visitar las ladrilleras y los hornos que forman parte de éstas es una manera de recibir historias y dejar las nuestras.

Yo pienso que podemos dejarle historias al horno escribiéndole cartas como lo hicimos con la arcilla – Olivia

De esta manera decidimos visitar al horno, mientras cada niño elabora su carta.

Olivia y Sander hacen dibujos para el horno, expresando su agradecimiento por las muchas historias que nos comparte.

Alejandro decide escribir una carta al horno, y luego leérsela: 
“Horno gracias por habernos recibido”

Podemos lanzarlas por la boca del horno, así el horno sabrá que son nuestras –Sander

Podemos enterrarlas debajo de él – Olivia

Podemos pegarlas encima de sus ladrillos – Samara

Al finalizar con las cartas, nos preguntarnos ¿Cómo podemos hacer que el horno las reciba?
Como forma de reencontrarse con las letras, los niños las leen en grupo:
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Este acercamiento íntimo hacia el horno nos ayuda a pensar en los ladrillos. Visitamos las ladrilleras con entusiasmo, y decidimos crear dos cartas más. 

Recibimos correspondencia

Vero nos envía una respuesta a nuestra carta. Es muy emocionante para todos recibir su correspondencia. Incluso antes de leerla, nos imaginamos que nos contaría muchas historias, que nos compartiría muchas de sus memorias en relación al horno de leña y su infancia. 

Al terminar de leer la carta, regresamos a nuestro texto, re- leemos las palabras escritas, recordamos nuestras preguntas. Entre todos decidimos dar respuesta a la correspondencia de Vero mediante dibujos, donde cada niñx representa con un gráfico lo que le llama su atención.

Creamos correspondencia otra vez

El dibujo es un lenguaje que crea relaciones y  nos permite contar historias que nutran relaciones donde el pasado se renueva en el presente imaginativo que se dibuja. 

Leer la carta de Vero nos recuerda que no solo lo nuevo es sinónimo de funcionalidad. Lo antiguo también puede serlo. Imaginar cómo fue la infancia de Vero en relación al horno nos conecta con el pasado, interrumpiendo la idea de lo nuevo.

En medio de estas correspondencias y encuentros, lxs niñxs proponen la idea de construir un nuevo horno. Lxs niñxs imaginan diferentes diseños que tejen conexiones entre el pasado, el presente y el futuro.

El horno está viejo porque está sucio, el llano ha crecido, sus clavos están viejos y oxidados –Olivia

El horno nuevo podría tener plantas cerca de él, su techo estaría nuevo y no negro –Alejandro

El horno podría quemar nuevos ladrillos – Nicolás

Historias de Vero y Rosita

¿Dónde se encuentran las historias de Vero y Rosita?

Vero y Rosita vivían en el Cabogana y recolectaban leña en el bosque para prender el horno – Samara
Las dos son mujeres que nos cuentan historias sobre su horno – Sander
Sus historias se encuentran en el Cabogana – Olivia
Nosotros estamos dándole vida al horno de mi tía, visitándolo – Olivia
La historia de Vero y Rosita se encuentran con la historia de mi abuelita, porque ella tenían también una ladrillera como ellas – Sander
En ambas historias el horno es símbolo de unión, risas y alegría – Samara

¿Dónde no se encuentran las historias de Vero y Rosita?, ¿Qué notas en la historia de Rosita que no hay en la de Vero?

A pesar de que Vero y Rosita recolectaban madera para prender el horno, Rosita también tenía que ir al río por agua y así poder cocinar <…> Rosita y Vero usan ropa diferente, Rosita usa pollera, blusas y se hace trenzas en su cabello – Olivia

Rosita se pone su pollera para irse a las fiestas de su barrio – Samara

En la historia de Rosita los perros eran quienes ayudaban a moler la arcilla, en cambio en la de Vero los caballos lo hacían – Sander

Rosita trabajaba en la ladrillera con sus papás haciendo ladrillos – Samara

Si podrías re contar la historia
de Vero y Rosita, que contarías?

El cuento de Rosita y Vero

Un día Vero y Rosita se encontraron en el Cabogana recogiendo madera para prender el horno. Vero saludó a Rosita: Buenos días -le dijo Vero, hola cómo te llamas? Respondió
Rosita le preguntó ¿Qué haces aquí?, Vero le dijo recolecto madera para prender el horno; Rosita se sorprendió de que otra niña tuviera un horno como ella.

Luego, Rosita le cuenta que tenía que ir al río para recolectar agua y Vero le dice que puede acompañarle y juntas fueron al río.
Lxs niñxs decidieron recontar la historia de Vero y Rosita, esta vez ya no de  manera separada, sino entrelazada.

Nuestro año en el jardín de Cabogana termina en medio de una narración rica, múltiple y espesa que ofrece una polifonía de las voces de distintos agentes. Estas voces se entremezclan en la construcción de un lugar profundamente colectivo y animado por encuentros que van más allá de las dicotomías normativas a menudo presentes en nuestras relaciones con el lugar y la historia.