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Puertas del Sol – Escuela itinerante // Itinerant school

Puertas del Sol

Educadora: María Cecilia Cañizares
Niños y niñas: Sebastián, Amelia, Galilea, Felipe, Amanda, Atuk, Paulo y Miley

El barrio de Puertas del Sol, aún guarda algunos vestigios de su historia como zona rural que se construyó alrededor y en relación al río Tomebamba. En el pasado, el paisaje de Puertas del Sol estaba conformado por haciendas que compartían tonalidades cromáticas similares a campos cuidadosamente cultivados. En los últimos veinte años, su geografía se ha visto radicalmente alterada y obligada a acomodarse a las mayores demandas demográficas que presionan intensamente a Cuenca. La metamorfosis de Puertas del Sol ha sido moldeada por una aglomeración de pequeñas comunidades cerradas y edificios de tamaño mediano que compiten para ofrecer las mejores vistas a sus habitantes. Si bien esta zona de Cuenca ha sufrido profundas transformaciones, su activa población aún convive en profunda relación con los caudales y cambios del agua que ocurren en el río Tomebamba.

Aproximaciones
con el río Tomebamba

Durante este tiempo, se nos ha invitado a experimentar la escuela como un espacio errante y a encontrarnos con ella desde una perspectiva diferente. Es así que, prestando atención al lugar, nos relacionamos con el río Tomebamba, un elemento lleno de vida e historias, con agua que nos habla y nos invita a pensar de varias formas.
Acercarse al “río” ha llevado tiempo; establecer una relación con él, requiere de atención y preguntas que nutren nuestros encuentros.
¿Qué nos pide el río Tomebamba?
Esta pregunta tiene implicaciones pedagógicas interesantes. Forma, deforma y transforma nuestras ideas.

Pensando en
relaciones acuosas

Pensamos en relaciones acuosas y , así, decidimos trabajar con acuarelas para enfocamos en la circularidad, fluidez y complejidad del río. Notamos como este material toma el lenguaje del agua.
Correspondemos los movimientos de la acuarela con lo que sucede en el río. Las acuarelas asemejan los movimientos del río, componiéndose juntos y  manteniéndose vivos.

Creamos pedagogías que enfatizan pensar colectivamente siguiendo las lógicas del río. Notamos cómo nuestros pensamientos también son circulares, tienen fluidez y movimiento.

Al crear significados y recuperar memorias ausentes, o tal vez evaporadas, abrimos la posibilidad de generar momentos de intercambio, provocando que las ideas conversen entre ellas. Uno de esos momentos fue pensar que el agua y las piedras cargan memorias. Por medio del dibujo, tejemos memorias colectivas sobre el agua, las piedras y sus relaciones que nos acercan al río Tomebamba. Por un lado, el agua tiene una memoria corporal que deja huellas sutiles en las rocas del río. Por el otro, ella genera tensiones, destruye, inunda y contamina.
En nuestras visitas al río aprendemos a notar sus sensibilidades, movimientos y expresiones. Cada vez que estamos cerca de él, notamos algo de su singularidad y sus relaciones:

Despierto

Este río se mueve porque está despierto” – Amelia

Dormido

Parece que el río quiere subir, pero no puede porque tiene pereza” – Galilea

Río bebé

Estos son ríos bebés” – Atuk

Complicado

Este río está muy complicado” – Felipe

Al reencontrarnos con las particularidades del río, regresamos para pensar con ellas y ahondar en las relaciones de un río complicado, despierto, dormido y bebé, tejiendo lenguajes que no tienen principio ni fin, sino una constante interrelación entre lo que se ve y aquello que es invisible.

Río Complicado

Un río que por su particularidad evoca movimiento y sonidos constantes, no permanece quieto, no conoce de límites u orden. Su manera de comunicarse es través de olas grandes e irregulares, con mezclas de colores azulados y formas con trazos fuertes.

El río que quiere toda el agua para él, no quiere compartir” – Paulo

Río loco porque se sale de donde debería estar” – Sebastián.

Para convivir con estas particularidades,  corporalizamos el río complicado.  Nuestros cuerpos realizan movimientos exagerados que producen cansancio. Los brazos crean un ritmo  que al mover la tela evoca movimientos amplios que indican cuan grande es el río complicado. Para hacer visible su tamaño se requieren de varias capas, una sobre la otra, que al unirse generan una gran “cantidad de agua” en relación a otros ríos.

La brillantez y ligereza de la tela se convierten  en medios ideales para trabajar estas relaciones de forma más íntima, enlazándonos con sus ritmos en un baile de movimientos marcados.

Río Despierto

Un río con corriente” – Miley

Un río activo que guarda la armonía como uno de sus lenguajes. El movimiento está presente en todo momento con cierta regularidad, convirtiendose en un río que se expande de manera fluida y que sostiene relaciones con otros elementos.

El lenguaje del dibujo muestra las relaciones entrelazadas del río despierto con la lluvia, el sol y las nubes. Los trazos y colores azulados – creados a través de movimientos únicos, ritmicos y ordenados – denotan familiaridad con el río. 

Al corporalizarlo surge un encuentro firme entre las manos y la tela, nos invita a hacer movimientos organizados y al mismo tiempo repetitivos.

El río despierto  no require de un mayor esfuerzo, pero sí constancia en sus ritmos, captando la esencia de este momento para nutrirlo.

Río Dormido

Un río tranquilo con movimientos escasos y lenguajes silenciosos que  reflejan  sus aguas estáticas y calmadas, sin olas ni agitación.

Amanda lo ve como un río que se durmió porque estaba cansado. Colores cálidos y  trazos sencillos, lentos y pacíficos evocan al río dormido.

Los dibujos invitan serenidad y calma. La invisibilidad del lenguaje del río dormido existe en relación con otros elementos como el sol.  Pero al contrario del río complicado, el río dormido se relaciona de forma tan tranquila que requiere mucha atención para captar sus mínimos movimientos o sonidos.

La tela suave, ligera y brillante se convirtió en una extensión de el río dormido.

Lo corporalizamos en  un espacio amplio que permite estirar la tela hasta dejarla en una sola capa, prácticamente plana, dejando entrever una que otra ola suave y calmada.

Los movimientos al recrearlo con el cuerpo son lentos y cuidadosos.

Río Bebé

Un río pequeño pero que emana vida y movimiento. Se expone como más vulnerable pero sus colores y trazos lo representan alegre con movimientos sutiles. 

Cuando nos referimos a él, nuestro tono de voz cambia, casi susurrando. Requiere cuidado por ser el más pequeño de los ríos.

Lo corporalizamos como un río que requiere de atención y mayor protección. Este río bebé no necesita todo nuestro cuerpo, únicamente una parte o incluso solo la mano.  Es un río que requiere miradas, toques y movimientos más sutiles.

Usamos las telas más pequeñas y espacios más limitados. Los ritmos de estos encuentros son lentos y nos sintonizamos con el río de manera más detallada y minuciosa.

Poniendo en conversación a las particularidades
del río

Un río bebé se encuentra con uno complicado:

El río despierto defiende al vulnerable río bebé del río   complicado que le puede lastimar.

Estos encuentros relacionales han generado momentos de intercambio, momentos interactivos en donde las ideas están en constante movimiento, pues se tejen unas con otras produciendo conexiones posibles y visibles de los conceptos de encuentro y proximidad.

Un río dormido
se encuentra con
uno complicado:


Dibujo-narrativa de Amelia: Un río alocado se encuentra con uno calmado y con el viento, quien traía consigo el agua para devolverla, pero no podía hacerlo porque estaba muy lejos. Entonces, el río dormido le dice al río complicado: ‘tranquilízate, como ya nos ve talvez nos quiere devolver’ (el agua) y, de hecho, así lo hizo, pues encontró un camino hasta ellos haciendo que el río alocado se ponga feliz. 

El dibujo nos ayuda a conectarnos con las particularidades y relaciones del río.

tomamos la inquietud que surge en el dibujo de lxs niños

Para profundizar los encuentros con el río, tomamos la inquietud que surge en el dibujo de lxs niñxs y niñas,  durante nuestras visitas. Una constante preocupación es la situación de las piedras.  Cuando el río no tiene agua, las piedras tienen frío.

Las piedras tienen frío porque están frías
– Amanda

Amanda sugiere que las abriguemos creando una cobija.

La Cobija Colectiva

Creamos la cobija con saquillo y retazos de tela. Durante meses habíamos observado que el saquillo fluye en el río y se queda entrelazado en las piedras y en las raíces de los árboles.

Mientras visitamos al río encontramos ropas y prendas entrelazadas en las piedras. Estas prendas se les escapa a las personas que habitualmente lavan su ropa en el Tomebamba.

Formamos una cobija con retazos de tela que nos conecten con nuestra cultura. Retazos que corresponden a pedazos de tela rechazados, olvidados o inservibles, pero que al juntarlos toman un nuevo significado.

Las familias nos envían retazos de tela para coser nuestra cobija colectiva. Al juntarlos, entraron en juego no solamente conceptos matemáticos y geométricos, sino también una estética del color y forma para encajar cuidadosamente cada una de las piezas de este nuevo rompecabezas que se estaba formando.

En nuestros encuentros pedagógicos hemos abierto procesos, conociendo que cada piedra tiene una particularidad. Nos preguntamos que pasaría si creamos cobijas que abriguen esas particularidades y singularidades…

El proceso de crear la cobija, retazo por retazo, nos hace pensar que crear algo toma tiempo. Cada proceso se construye y se alimenta de esfuerzos colectivos. Nuestras ideas se arman, se unen, y desarman.

Los movimientos singulares están en constante diálogo.

Mientras Galilea cuidadosamente coordina sus movimientos, para que las puntadas encajen en su pedazo de tela, Paulo realiza movimientos cautelosos para que el hilo no se enrede y así sus puntadas sean más precisas. Felipe se inclina, y con su cuerpo apoyado en el suelo, se aproxima a la cobija para decidir donde poner la siguiente puntada. 

Coser lleva tiempo. Es difícil dar puntadas y unir cada retazo. Las manos se encuentran con el grosor del material sin saber con claridad que rumbo toma la aguja. Y así, creamos un ritmo con cada puntada, notando movimientos singulares y colectivos que poco a poco van creando la cobija.

Cobijando a las piedras…

Regresamos con la cobija a las orillas del Tomebamba que está dormido.

Al cargar la cobija sentimos que estamos cargando el trabajo colectivo, el tiempo, las memorias, y las historias con nosotros. Pareciera que cada uno dejó un pedazo de sí mismo  en cada retazo de tela. “Están un poco calientitas”, menciona Amanda mientras Amelia y Felipe cuidadosamente acobijan a una piedra.


Algunas piedras todavía sienten fríoFelipe
Pero otras nos agradecen porque les hicimos una cobija
Miley

.

Encuentros entre
piel, piedras y frío

Al darnos cuenta que las piedras tienen frío, también pensamos   qué pasa cuando nosotros tenemos frío.

¿Sentimos frío
de la misma manera?

Nuestros cuerpos también reaccionan a bajas temperaturas. Se nos hace la piel de pollito‘” – Sebastián

A mí me da frío cuando no me tapan” – Amanda
Yo siento frío cuando duermo en camiseta” – Paulo

Visitamos al río para observar cómo las piedras sienten el frío en relación a cómo nosotros sentimos frío.

Encontramos similitudes…

Mi cuerpo cuando tengo frío
Galilea

Mi piel tiene puntitos
Galilea

Mi cuerpo cuando tengo frío
Felipe

Esta es la cara de las piedras cuando tienen frío
Paulo

Este soy yo con frío
Sebastián

Las piedras con su cobija
Sebastián

Las Relaciones que el Tomebamba carga


El nivel del río ha subido. La mayoría de las piedras a las que estábamos prestando atención ahora están cubiertas. Su ‘piel’ esta ‘escondida’. El caudal del río es fuerte e inevitable y, así, como su caudal, también nuestro pensamiento sigue un caudal rico y de una circularidad de ideas..

Con los ritmos del río, regresamos a las conversaciones sobre las singularidades del agua. El río dormido se ha despertado y su fuerza causa un efecto sobre otros cuerpos.  Refleja que sus relaciones no son estáticas.  Siempre nos invitan a repensarlas desde diferentes perspectivas.

En esta ocasión, la cámara de fotos, se ha convertido en una extensión de nuestra mirada y ha permitido llevar a nuestro jardín imágenes de lo que sucede allá fuera: un río que está por desbordarse, piedras totalmente cubiertas por agua, raíces de árboles entrelazadas en los movimientos de un fuerte caudal y orillas vestidas con cintas de peligro, que detrás de ellas, muestran una gran cantidad de ramas caídas y apiladas para ser transportadas fuera de ahí.

La ansiedad se hace visible. Al no poder ir al río la pregunta de ¿qué sucede? está presente. Desde nuestro jardín percibimos el sonido del río complicado que está actuando con su fuerza sobre otros elementos, a su paso se lleva cosas, no respeta límites y eso provoca que se nos pongan restricciones para no poder acceder a él. Por ello, este nuevo lenguaje ha creado nuevas  realidades y su corriente ha puesto en evidencia que el río no está solo, lleva varios elementos con él.

Movimientos…

Un río despierto con corriente se enojó y ahora está difícil” – Miley

El agua regresó a nuestro río – Galilea
Ahora las piedras están debajo del agua porque el río está lleno de agua – Felipe
Las piedras  ya están calientes – Amanda
Las piedras ya están tapadas y felices por la lluvia – Amelia
Yo creo que la ciudad se va a hundir porque el agua crece y crece y llena a la ciudad de agua – Paulo
Las piedras ya no tienen frío porque el agua ya regresó – Sebastián

Creamos colectivamente una pintura del caudaloso río Tomebamba – un río despierto, con movimiento y sonido.

Paulo y Sebastián cuentan que el río caudaloso carga mucho en él: árboles caídos, hojas, peces, ramas, piedras y coquitos. Felipe nota cómo la basura también forma parte del cuerpo del río. Algunas de las memorias e historias que el río carga son desechos, descuido y  toxicidad.

En el río viven los peces, piedras, hojas del árbol – Paulo

En el río viven peces, basura, hojas, piedras y coquitos – Sebastián

En el río vive un pez, un árbol caído, basura – Felipe

Galilea nos dice que el río está lleno de vida. Miley cuenta que las piedras disfrutan de la compañía del agua, dejando ver que están felices porque ella está de vuelta para cobijaras. Los colores vivos y alegres que ha utilizado parecieran ser el espejo de esta realidad. Amelia continúa con su relación con el río y el sol  que alumbra de forma eventual al agua de río.

En el río hay peces, rocas, un árbol caído. Los peces saltan en el río – Galilea

En el río están viviendo las piedras porque les gusta mucho el agua – Miley

El sol alumbra al río que está muy crecido. Abajo del río hay una reina pez. También hay basura, mucha ropa y muchas piedras – Amelia

El río caudaloso se lleva eucaliptos muy altos y antiguos. El municipio decide cortar árboles para prevenir otras caídas. El sonido de río ha sido reemplazado por el de las máquinas y trabajadores.

Mientras escuchamos el sonido de las máquinas cortando los árboles, pintamos los eucaliptos.

Amelia menciona “no quiero que eso le pase a la naturaleza porque los árboles son seres vivos”. Felipe responde: “pero el viento sopla mucho y puede hacer caer las cosas como el árbol que se cayó en el puente”.

La riqueza de la diversidad y el enfoque que cada uno/una le da a el río caudaloso, permite que las relaciones se expandan,  se abran procesos y diálogos.

Mientras pintamos lxs niñxs regresan a las conversaciones acerca de las piedras. Paulo menciona con seguridad “yo creo que las piedras todavía tienen frío porque el agua está fría”. Inmediatamente problematizamos esta idea, poniéndola en conversación con la idea inicial de  Amelia “Los remolinos del viento robaron el agua y ahora las piedras tiemblan de frío, porque el agua era lo que les tenía calientitas”. A través de esta problematización, Galilea, Felipe y Sebastián apoyan la idea de Amelia, mencionando que el sol es quien está calentando el agua y por eso ya no hace frío en el agua. Por otro lado, Miley, Paulo y Amanda dicen que las rocas todavía tienen frío, ya que al tocarlas se sienten frías.

Decidimos profundizar estos desacuerdos acerca de las piedras – si están calientes o frías…

Ya que no podemos acercarnos al río, lo dibujamos junto con sus piedras, mientras escuchamos su sonido desde el jardín.

 ¿Cómo se sienten las piedras cuando hay tanta agua?

“Las piedras estaban felices pero después se pusieron tristes porque había mucha agua” – Milley

“Esta roca grande vio cómo se cayó un árbol. Otras piedras son sus hermanas. La una está loca, la otra feliz y la otra es mala porque quiere el río solo para ella” – Paulo

Nos transformamos en piedras para explorar como se sienten con tanta agua

Cada piedra es diferente, única y peculiar

Trabajamos con la problemática de darle volumen y tridimensióna las piedras que surgen en nuestros dibujos.

Paulo sugiere que usemos restos de papel para darle forma y “hacerles gordas” a las piedras.

Traemos la cobija  para cubrir a las piedras que creamos. Sentimos el peso de la cobija cuando la levantamos con firmeza para poder tapar a cada cuerpo y ajustarla a su silueta.